1.6.22

Y así continúa

 Pasaron los meses y el blog se quedó tiritando de soledad.

Como la mayoría de proyectos de este tipo, no pasó de un esbozo.

"Al menos lo intentó", pensaría alguno.

Pero se dio cuenta de que tenía que perseverar, porque este blog es un campo de pruebas.

Hay que escribir todos los días, no basta el diario, sino que hay que afinar el pincel, bocetar, jugar con arcilla entre los dedos y moldear pequeñas cosas: un pie, una mano, un ojo.

Por eso quería escribir cada mañana, darse los buenos días con una serie de recuerdos.

Como el de la luz del sol cuando salía a desayunar a la terraza.

O los momentos embarazosos de adolescencia, esas meteduras de pata que le asedian cuando se ducha y no tiene nada más con lo que distraer su mente.

O, simplemente, la mujer detonada que salió de su casa en el mismo instante en el que él paseaba de vuelta a la suya.

No tienen que ser momentos perfectos: sólo recuerdos, bosquejos, impresiones.

Porque las letras pueden combinarse de muchas maneras, pero es mejor ir entrenado de casa cuando toque decir algo importante

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