4.6.22

El primer sábado

 He tenido de asegurarme de que, en verdad, es el primer sábado que publico algo aquí. Porque, ¿fue sábado el veintiséis de septiembre?

No, fue domingo.

Entonces no pienso cambiar el título de esta entrada: El primer sábado. El primer sábado en el que, a las seis de la mañana, sale una entrada con tres o cuatro observaciones.

Pero tengo una confesión que debería resultar evidente, ya que es el segundo texto que aparece publicado a la misma hora. No soy un autista kantiano que se ha impuesto escribir todas las mañanas a las cinco y media de la mañana. Simplemente, hoy no es sábado.

Porque es jueves por la tarde, que es cuando estoy escribiendo esto. Es, también, el día en el que he escrito la entrada anterior, cuyo título ya he olvidado.

Antes de ayer, claro. Cómo puedo ser tan despistado. ¿De verdad las pantallas luminosas me están triturando el cerebro? Ojalá sea así, pues la alternativa es aterradora.

¿Quién leerá esto de todas formas? ¿Quién lo leerá un sábado? ¿Hay alguien al otro lado? Por favor, manifiéstate.

Dime que no estoy gritando al aire, como un loco.

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